El año 2020 va a quedar en nuestra memoria y no precisamente para bien, probablemente haya sido el año que más hemos deseado que acabase. Un año marcado por la pandemia, donde la palabra del año elegida por la FundéuRAE ha sido “confinamiento”. Ha sido un mal año, no lo negamos. Pero si buscamos una nota de positividad, ha sido también el año donde las herramientas digitales nos han permitido sentirnos más cerca de los que estaban muy lejos y de llegar a lugares sin movernos de casa.
A nivel profesional, en 2020 se ha generalizado el teletrabajo y la producción colaborativa de contenidos. Nos hemos familiarizado con las metodologías ágiles y a una organización del trabajo simultánea y síncrona donde redactamos el contenido, consultamos dudas y asignamos tareas a terceros en un mismo documento en red compartido con todo el equipo.
Para comenzar el año, hacemos un análisis de dos grandes transformaciones digitales en la Industria Cultural y Creativa y planteamos un reto que tendremos que resolver durante este 2021.
La utilización de las redes sociales en la Industria Cultural no es algo nuevo, llevamos mucho tiempo utilizando las redes como canal de comunicación y dinamización de nuestras comunidades. Pero durante 2020 hemos visto desplegarse nuevas estrategias y usos:
¡Bienvenidos a la guerra! Todas las industrias han entrado a la vez en la guerra de los contenidos sonoros de los podcast y audiolibros. Audible, Spotify podcast, Storytel, Podimo y muchos más, luchan por el liderazgo.
La pandemia ha profundizado en la generación de nuevos formatos de contenidos culturales. Asimétrica en su revista Conectando Audiencias, genera un modelo de texto y audio de un mismo artículo, por si se quiere escuchar o leer, según decida el consumidor. Audible está explorando el contenido sonoro de ebooks narrado por grandes influencers/actores. El Museo del Prado pone a disposición de sus visitantes una app con todas sus audioguías para poder ser escuchadas desde dispositivos móviles.
Muchas iniciativas en un mundo que está en plena transformación, parece indudable que los contenidos sonoros son un nuevo elemento que ha venido a innovar nuestras ofertas culturales.
Hasta antes de la pandemia, la realidad digital de museos e instituciones culturales se entendía como un complemento comunicacional de la institución. Ahora resulta una parte imprescindible, pero todavía no se ha encajado el modelo económico para poner en valor “monetario” estos contenidos.
Porque no nos engañemos: sí han caído las ventas de visitas presenciales, en donde el consumidor pagaba la entrada, y se han disparado las visitas virtuales en donde el consumidor no paga nada. En la cuenta de resultados de una institución cultural se ha producido un quebranto económico que hay que cubrir.
El reto: ¿cómo generar ventas e ingresos económicos de las comunidades digitales de las instituciones culturales?